Carta
Encíclica "Fratelli Tutti" de Francisco I
sobre
la Fraternidad y la Amistad
Social
Reproducción comentada del
original
Parte 1
INTRODUCCIÓN
(por The
M+G+R Foundation)
El principal propósito de esta reproducción de la Carta
Encíclica "Fratelli Tutti"
es destacar las ausencias en el discurso de Francisco I que demuestran
cómo éste relega a Dios a un papel secundario o nulo en su propuesta de
"Fraternidad Universal".
Lamentamos que Bergoglio no tenga el don de la simplicidad para
expresarse y que el resultado haya sido una Encíclica tan larga,
pero su mensaje puede
ser
resumido en una frase:
Es un llamamiento para
llevar al mundo a un estado de unión,
justicia, paz y
armonía por la vía de dotar al planeado Nuevo Orden
Mundial de un
sentimiento de hermandad superior y más poderoso que la fe de
todas las religiones,
incluyendo la Fe Cristiana que dice profesar.
Nuestros comentarios (The M+G+R
Foundation) son los destacados en letra
itálica y color azul. Aparte de nuestros comentarios y
las modificaciones en el formato (2), hemos mantenido
inalterado el texto original (1).
CARTA
ENCÍCLICA
INTRODUCCIÓN
Resumen de la
Introducción:
Francisco nos cuenta que su inspiración para la Encíclica
ha sido el
amor fraterno predicado por San Francisco de Asís.
Con el punto de mira
en el diálogo interreligioso, hace referencia a la visita de
San
Francisco de Asís al Sultán de Egipto, así como a
los encuentros
del
propio
Francisco I con un patriarca ortodoxo y un gran imán
musulmán. Sin hablar en ningún
momento de
la paternidad de Dios, se apoya en la imagen de San Francisco como
"padre de una sociedad fraterna" y él mismo propone "hacer
renacer
entre todos un deseo mundial de hermandad" y el sueño de "una
única
humanidad". El título resumido podría ser: "Francisco I
se proyecta a sí mismo como padre de una hermandad mundial".
1.
«Fratelli tutti»[1], escribía san Francisco de
Asís para dirigirse a todos los hermanos
y las hermanas, y proponerles
una forma de vida con sabor a Evangelio. De
esos consejos quiero
destacar uno donde invita a un amor que va más allá de
las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara
feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de
él como cuando está junto a él»[2]. Con
estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite
reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la
cercanía física, más allá del lugar del
universo donde haya nacido o donde habite.
2. Este santo
del amor fraterno,
de la sencillez y de la alegría, que me inspiró a
escribir la encíclica Laudato
si’, vuelve a motivarme para
dedicar esta nueva encíclica a la fraternidad y a la amistad social. Porque san
Francisco, que se sentía hermano
del sol, del mar y del viento, se sabía todavía
más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz
por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los
abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos.
Nuestro comentario:
¿Cuál
es el lugar de Dios en esa fraternidad? Hasta el momento no lo ha
explicado. Dios está ausente en las importantes primeras
palabras de la
Encíclica.
¿Es una fraternidad tan "abierta" que está desconectada
de
la Fe? Eso es
lo que parece estar sugiriendo. El resto de la Encíclica lo
confirma.
Sin fronteras
3 . Hay un episodio
de su vida que nos muestra su corazón sin
confines, capaz de ir más allá de las distancias de
procedencia, nacionalidad, color o religión. Es su visita al
Sultán Malik-el-Kamil,
en Egipto, que significó para
él un gran esfuerzo debido a su pobreza, a los pocos recursos
que tenía, a la distancia y a las diferencias de idioma, cultura
y religión. Este viaje, en aquel momento histórico
marcado por las cruzadas, mostraba aún más la grandeza
del amor tan amplio que quería vivir, deseoso de abrazar a
todos. La fidelidad a su Señor era proporcional a su amor a los hermanos y a las hermanas. Sin desconocer las
dificultades y peligros, san Francisco fue al encuentro del
Sultán con la misma actitud que pedía a sus
discípulos: que sin negar su identidad, cuando fueran
«entre sarracenos y otros infieles […] no promuevan disputas ni
controversias, sino que estén sometidos a toda humana criatura
por Dios»[3].
En aquel contexto era un pedido extraordinario. Nos impresiona que
ochocientos años atrás Francisco invitara a evitar toda
forma de agresión o contienda y también a vivir un
humilde y fraterno
“sometimiento”, incluso ante quienes no compartían su fe.
4. Él no
hacía la guerra dialéctica imponiendo
doctrinas, sino que comunicaba el amor de Dios.
Había entendido que «Dios es amor, y
el que permanece en el amor permanece en Dios» (1 Jn
4,16). De ese modo [San Francisco
de Asís] fue un padre
fecundo que despertó el sueño de una sociedad fraterna, porque
«sólo
el hombre que acepta acercarse a otros seres en su movimiento propio,
no para retenerlos en el suyo, sino para ayudarles a ser más
ellos mismos, se hace realmente padre»[4].
En aquel mundo plagado de torreones de vigilancia y de murallas
protectoras, las ciudades vivían guerras sangrientas entre
familias poderosas, al mismo
tiempo que crecían las zonas
miserables de las periferias excluidas. Allí Francisco
acogió la verdadera paz en su interior, se liberó de todo
deseo de dominio sobre los demás, se hizo uno de los
últimos y buscó vivir en armonía con todos.
Él ha motivado estas páginas.
Nuestro comentario:
Hasta el
momento, Dios no ha aparecido como Padre - una omisión
injustificable porque es lógico esperar que los "hermanos"
tengan un Padre común. En cambio, algunos seres
humanos aparecen como figura paternal.
La cita de San Juan - "Dios es amor, y el que permanece en el amor
permanece en Dios" - va en la dirección correcta (Dios es la
verdadera fuente del Amor Fraterno), pero en lugar
de abrazarla como pieza clave de la Encíclica, se queda en una
cita anecdótica.
Continuamente, vamos a ver cómo Francisco excluye
conscientemente a Dios del centro de su discurso para que su mensaje
sea atractivo incluso para ateos y agnósticos, lo cual nos hace
dudar de la propia fe de Francisco
[Mt
5:14-16 y Lc
12:8-9].
5. Las
cuestiones relacionadas con la fraternidad
y la amistad social han estado
siempre entre mis preocupaciones. Durante los últimos
años me he referido a ellas reiteradas veces y en diversos
lugares. Quise recoger en esta encíclica muchas de esas
intervenciones situándolas en un contexto más amplio de
reflexión. Además, si en la redacción de la
Laudato si’ tuve una fuente de
inspiración en mi hermano
Bartolomé, el
Patriarca ortodoxo que propuso con mucha fuerza el cuidado de la
creación, en este caso me sentí especialmente estimulado
por el Gran Imán Ahmad
Al-Tayyeb, con quien me encontré
en Abu Dabi para recordar que Dios «ha
creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes
y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos»[5]. No
se trató de un mero acto diplomático sino de una
reflexión hecha en diálogo y de un compromiso conjunto.
Esta encíclica recoge y desarrolla grandes temas planteados en
aquel documento que firmamos juntos. También acogí
aquí, con mi propio lenguaje, numerosas cartas y documentos con
reflexiones que recibí de tantas personas y grupos de todo el
mundo.
Nuestro comentario:
Por primera
vez, usa una cita donde Dios aparece en el lugar central que se merece:
Dios es el Creador y es Dios quien nos "ha llamado a convivir como
hermanos", ¡pero todavía no lo llama Padre!
¿Hermanos y hermanas sin Padre?
En el resto de la Encíclica, aunque cita ocasionalmente a Dios,
no enfoca el tema como siendo una llamada de
Dios, sino sencillamente como una llamada de un líder religioso
a la "buena voluntad" independientemente de las religiones.
Es decir, Francisco es presentado, sutilmente, como Padre Santo.
Porque, hasta el momento, el ejemplo que ha presentado es el de
Francisco de
Asís como "padre fecundo que despertó el sueño de
una sociedad fraterna" y, precisamente, Bergoglio ha elegido llamarse
Francisco.
6. Las
siguientes páginas no pretenden resumir la doctrina sobre
el amor fraterno, sino
detenerse en su dimensión
universal, en su apertura a
todos. Entrego esta encíclica social como un humilde
aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales
formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar
con un nuevo sueño de fraternidad
y de amistad social que no se
quede en las palabras. Si bien la escribí desde mis convicciones
cristianas,
que me alientan y me nutren, he procurado hacerlo de tal manera que la
reflexión se abra al diálogo con todas las personas de buena voluntad.
Nuestro comentario:
Está
confirmando su concepto de fraternidad: desconectado de Dios y
desconectado de la Fe.
La buena
voluntad, sin el recurso a la guía del Espíritu Santo de
Dios, es
estéril y abocada al fracaso, como lo demuestra continuamente la
miseria de la historia humana.
7. Asimismo,
cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de
manera inesperada la pandemia de Covid-19
que dejó al
descubierto nuestras falsas seguridades. Más allá de las
diversas respuestas que dieron los distintos países, se
evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente. A pesar de
estar hiperconectados, existía una fragmentación que
volvía más difícil resolver los problemas que nos
afectan a todos. Si alguien cree que sólo se trataba de hacer
funcionar mejor lo que ya hacíamos, o que el único
mensaje es que debemos mejorar los sistemas y las reglas ya existentes,
está negando la realidad.
8. Anhelo que
en esta época que nos toca vivir, reconociendo la
dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial
de hermandad. Entre
todos: «He ahí un hermoso secreto para soñar y
hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida
aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos
ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante.
¡Qué importante es soñar juntos! […] Solos se corre
el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los
sueños se construyen juntos»[6]. Soñemos como una única humanidad, como
caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra
que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus
convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos.
Nuestro comentario:
Aquí
Dios no aparece como inspirador de ese "deseo mundial de
hermandad". Entonces, ¿qué
diferencia hay con aquellos
pueblos que
intentaron construir la mítica Torre de Babel? También
ellos aspiraban
a "una única humanidad".
Capítulo
Primero
LAS SOMBRAS DE UN MUNDO CERRADO
Resumen del
Capítulo Primero:
Francisco hace un recorrido por las injusticias que azotan el mundo
actual. Según su análisis, está implicando, por
omisión, que el problema no tiene una raíz espiritual y
que la Jerarquía Católica (o la Iglesia en su conjunto)
no tiene ninguna responsabilidad en tales injusticias, sino que hay que
atribuirlas al individualismo y, mayoritariamente, a cuestiones
políticas y económicas, incluyendo:
la desunión
política, los "nacionalismos cerrados", el egoísmo de los
poderes económicos, un enfoque errado de la
globalización, los "poderes
económicos transnacionales", algunas ideologías
destructivas, la falta
de "conciencia histórica", la "colonización cultural", un
modo de
entender la política basado en la confrontación, la
cultura
"inmediatista y sin un proyecto común", la "obsesión por
reducir los
costes laborales", ciertas "reglas económicas", "un modelo
económico basado en las ganancias", "determinados intereses,
fundamentalmente económicos", la "tentación de hacer una
cultura de
muros", la "falta de una distribución
equitativa de los recursos naturales" y la falta de "pasión
compartida
por una comunidad de pertenencia y de solidaridad".
Aunque aquí está haciendo un análisis de la
situación y todavía no describiendo en detalle la
solución, ya está dando a entender que la solución
que tiene en mente es un "proyecto de fraternidad", sin apenas
mencionar el recurso a Dios y a la Fe Cristiana salvo de forma
anecdótica.
9. Sin
pretender realizar un análisis exhaustivo ni poner en
consideración todos los aspectos de la realidad que vivimos,
propongo sólo estar atentos ante algunas tendencias del mundo
actual que desfavorecen el desarrollo de la fraternidad universal.
Sueños que se rompen en pedazos
10. Durante
décadas parecía que el mundo había
aprendido de tantas guerras y fracasos y se dirigía lentamente
hacia diversas formas de integración. Por ejemplo, avanzó
el sueño de una Europa unida,
capaz de reconocer raíces
comunes y de alegrarse con la diversidad que la habita. Recordemos
«la firme convicción de los Padres fundadores
de la Unión Europea, los cuales deseaban un futuro basado en la
capacidad de trabajar juntos para superar las divisiones, favoreciendo
la paz y la comunión entre todos los pueblos del
continente»[7]. También tomó fuerza el anhelo de
una integración latinoamericana
y comenzaron a darse algunos
pasos. En otros países y regiones hubo intentos de
pacificación y acercamientos que lograron frutos y otros que
parecían promisorios.
Nuestro comentario:
La
integración
(política) no es necesariamente una buena medida de progreso.
Desde que
la Unión Europea nació como proyecto económico y
político, han
intentado
dotarla de "un alma común", pero cualquiera que viva en la
Unión
Europea sabe que tal cosa es una ficción que nunca se ha logrado.
Algo que sería un progreso es, por ejemplo, que los cristianos
apreciaran realmente el
ejemplo de Don Bosco, quien demostró
que, en
medio de una Italia fragmentada y anti-clerical, uno puede trabajar
constructivamente para Dios y para la sociedad sin necesidad de
depender de una unidad
política.
11. Pero la
historia da muestras de estar volviendo atrás. Se
encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados,
resurgen nacionalismos cerrados,
exasperados, resentidos y agresivos.
En varios países una idea de la unidad del pueblo y de la
nación, penetrada por diversas
ideologías, crea nuevas
formas de egoísmo y de pérdida del sentido social
enmascaradas bajo una supuesta defensa de los intereses nacionales. Lo
que nos recuerda que «cada generación ha de hacer suyas
las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas
más altas aún. Es el camino. El bien, como también
el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para
siempre; han de ser conquistados cada día. No es posible
conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y
disfrutarlo como si esa situación nos llevara a desconocer que
todavía muchos hermanos
nuestros sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a
todos»[8].
12. “Abrirse al
mundo” es una expresión que hoy ha sido cooptada
por la economía y las finanzas.
Se refiere exclusivamente a la
apertura a los intereses extranjeros
o a la libertad de los poderes
económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en
todos
los países. Los conflictos locales y el desinterés por el
bien común son instrumentalizados por la economía global para imponer
un modelo cultural único.
Esta cultura unifica al mundo
pero
divide a las personas y a las naciones, porque «la sociedad cada
vez más globalizada nos
hace más cercanos, pero no más hermanos»[9]. Estamos
más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer
los intereses individuales y
debilita la dimensión comunitaria
de la existencia. Hay más bien mercados, donde las personas
cumplen roles de consumidores o de espectadores. El avance de este globalismo favorece normalmente
la
identidad de los más fuertes que se protegen a sí mismos,
pero procura licuar las identidades de las regiones más
débiles y pobres, haciéndolas más vulnerables y
dependientes. De este modo la
política se vuelve cada vez
más frágil frente a los poderes
económicos
transnacionales que aplican el “divide y reinarás”.
Nuestro comentario:
Al plantear
que hay que elegir entre un globalismo "malo" ("el avance de este
globalismo") y un globalismo "bueno" (que nos haga más
"hermanos"),
sutilmente está diciendo que el Globalismo es necesario, que tiene que ser, que no puede
haber un no-Globalismo. Es un hecho confirmado que Francisco es un
apóstol del Globalismo (también llamado Nuevo Orden
Mundial).
Simplemente, quiere su propia versión.
Estamos hablando de política. ¿Acaso era misión de
Jesús
decirle al Imperio Romano que debía
permanecer unido para "solucionar las injusticias del mundo"?
¿Planeaba Jesús decirle al César
que
debía dotar de un
"alma común" al Imperio? No, sino que fue al revés:
Cuando el Imperio
empezó a decaer, fue el
emperador
Constantino quien quiso apropiarse del
Cristianismo como "alma" para unir políticamente a un
Imperio que se estaba desmembrando. Ahora Francisco
está
haciendo el papel de Constantino.
El fin de la conciencia
histórica
13. Por eso
mismo se alienta también una pérdida del
sentido de la historia que disgrega todavía más. Se
advierte la penetración
cultural de una especie de
“deconstruccionismo”, donde la libertad humana pretende construirlo
todo desde cero. Deja en pie únicamente la necesidad de consumir
sin límites y la acentuación de muchas formas de
individualismo sin contenidos.
En esta línea se situaba un
consejo que di a los jóvenes: «Si una persona les hace una
propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la
experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que
sólo miren el futuro que ella les ofrece, ¿no es una
forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente
hagan lo que ella les dice? Esa persona los necesita vacíos,
desarraigados, desconfiados de todo, para que sólo
confíen en sus promesas y se sometan a sus planes. Así
funcionan las ideologías de
distintos colores, que destruyen —o
de-construyen— todo lo que sea diferente y de ese modo pueden reinar
sin oposiciones. Para esto necesitan jóvenes que desprecien la
historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue
transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que
los ha precedido»[10].
14. Son las
nuevas formas de colonización
cultural. No nos
olvidemos que «los pueblos que enajenan su tradición, y
por manía imitativa, violencia impositiva, imperdonable
negligencia o apatía, toleran que se les arrebate el alma,
pierden, junto con su fisonomía espiritual, su consistencia
moral y, finalmente, su independencia ideológica,
económica y política»[11]. Un modo
eficaz de licuar
la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la lucha
por la justicia y los caminos de integración es vaciar de
sentido o manipular las grandes palabras. ¿Qué significan
hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad?
Han sido manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumento de
dominación, como títulos vacíos de contenido que
pueden servir para justificar cualquier acción.
Nuestro comentario:
La buena
"conciencia histórica" sería recordar que el
Cristianismo
de los tres primeros siglos tuvo tanto éxito, a pesar de sufrir
continuas y graves persecuciones, que demostró que no necesitaba
estar
unido a
un Imperio para prosperar. Desde el momento en que los líderes
del
Cristianismo se aliaron con el Imperio, fue cuando el Cristianismo
empezó su decadencia moral.
Sin un proyecto para todos
15. La mejor
manera de dominar y de avanzar sin límites es
sembrar la desesperanza y suscitar la desconfianza constante, aun
disfrazada detrás de la defensa de algunos valores. Hoy en
muchos países se utiliza el mecanismo
político de
exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros
el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia
de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte
de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se
reduce a la prepotencia del más fuerte. La política ya no
es
así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para
el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas
inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del
otro el recurso más eficaz. En este juego mezquino de las
descalificaciones, el debate es manipulado hacia el estado permanente
de cuestionamiento y confrontación.
16. En esta
pugna de intereses que nos
enfrenta a todos contra todos,
donde vencer pasa a ser sinónimo de destruir,
¿cómo es posible levantar la cabeza para reconocer al
vecino o para ponerse al lado del que está caído en el
camino? Un proyecto con grandes
objetivos para el desarrollo de toda la
humanidad hoy suena a delirio. Aumentan las distancias entre nosotros,
y la marcha dura y lenta hacia un
mundo unido y más justo sufre un nuevo y drástico
retroceso.
17. Cuidar el
mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros
mismos. Pero necesitamos constituirnos en un “nosotros” que habita la
casa común. Ese cuidado no interesa a los poderes
económicos que necesitan un rédito rápido.
Frecuentemente las voces que se levantan para la defensa del medio
ambiente son acalladas o ridiculizadas, disfrazando de racionalidad lo
que son sólo intereses
particulares. En esta cultura
que estamos
gestando, vacía, inmediatista y sin un proyecto común,
«es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se
vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas
detrás de nobles reivindicaciones»[12].
Nuestro comentario:
Dios nos ha
dado un "proyecto para todos", pero no un proyecto político como
el de Bergoglio y sus aliados. El "proyecto" de Dios es la
salvación a
través del sacrificio de Jesucristo en la Cruz como oportunidad
para todo el que quiera acogerse a él. Acoger en la caridad a otros que no
comparten la misma Fe no significa diluir tanto nuestra religión
(como hace Bergoglio) que los demás lleguen a creer que nuestra Fe no es importante.
El "mundo unido" del que habla Bergoglio es un plan político, el
proyecto de Babel. La prueba es que no ubica a Dios en la parte
central del plan. El
mundo no puede estar verdaderamente unido si no es a través de
Dios. "Pongamos a Dios en el centro de nuestras vidas" es lo que un
líder cristiano debería estar predicando, porque solo
entonces, como "efecto secundario", el mundo estará en paz y
armonía (lo cual no significa necesariamente
"políticamente unido").
El descarte mundial
18. Partes de
la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una
selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin
límites. En el fondo «no se considera ya a las personas
como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si
son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles”
—como los no nacidos—, o si “ya no sirven” —como los ancianos—. Nos
hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando
por el de los alimentos, que es uno de los más
vergonzosos»[13].
19. La falta de
hijos, que provoca un envejecimiento de las
poblaciones, junto con el abandono de
los ancianos a una dolorosa
soledad, es un modo sutil de expresar que todo termina con nosotros,
que sólo cuentan nuestros intereses
individuales. Así,
«objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes
superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos»[14].
Vimos lo que sucedió con las personas mayores en algunos lugares
del mundo a causa del coronavirus. No tenían que morir
así. Pero en realidad algo semejante ya había ocurrido a
causa de olas de calor y en otras circunstancias: cruelmente
descartados. No advertimos que aislar a los ancianos y abandonarlos a
cargo de otros sin un adecuado y cercano acompañamiento de la
familia, mutila y empobrece a la misma familia. Además, termina
privando a los jóvenes de ese necesario contacto con sus
raíces y con una sabiduría que la juventud por sí
sola no puede alcanzar.
20. Este
descarte se expresa de múltiples maneras, como en la
obsesión por reducir los costos
laborales, que no advierte las
graves consecuencias que esto ocasiona, porque el desempleo que se
produce tiene como efecto directo expandir las fronteras de la
pobreza[15]. El descarte, además, asume formas miserables que
creíamos superadas, como el racismo,
que se esconde y reaparece
una y otra vez. Las expresiones de racismo vuelven a avergonzarnos
demostrando así que los supuestos avances de la sociedad no son
tan reales ni están asegurados para siempre.
21. Hay reglas económicas
que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para el
desarrollo humano integral[16]. Aumentó la riqueza, pero con
inequidad, y así lo que ocurre es que «nacen nuevas
pobrezas»[17]. Cuando dicen que el mundo moderno redujo la
pobreza, lo hacen midiéndola con criterios de otras
épocas no comparables con la realidad actual. Porque en otros
tiempos, por ejemplo, no tener acceso a la energía
eléctrica no era considerado un signo de pobreza ni generaba
angustia. La pobreza siempre se analiza y se entiende en el contexto de
las posibilidades reales de un momento histórico concreto.
Nuestro comentario:
Mientras, a lo
largo de este capítulo, hace
un análisis de las injusticias del mundo de nuestro tiempo,
sería bueno
que Francisco reconociera la gran responsabilidad de
la
Jerarquía de la
Iglesia por haber permitido que lleguemos a esta situación.
Los poderes que Jesús dio a su Iglesia son sobrenaturales y
excelentes. Si
hubieran
sido usados como Dios esperaba, no habríamos llegado a la
situación
actual. ¿Dónde ha estado la Jerarquía de la
Iglesia en los últimos mil
setecientos años? Aliada
con los poderes temporales del mundo.
La constante referencia de Francisco a "la política injusta" y
las
"reglas económicas ineficaces" significa que, por
omisión, está
evadiendo la
responsabilidad que la Jerarquía de la Iglesia ha tenido (y
tiene) en
la historia, atribuyendo la responsabilidad principalmente a los
poderes del mundo.
Derechos humanos no suficientemente
universales
22. Muchas
veces se percibe que, de hecho, los derechos
humanos no son
iguales para todos. El respeto de estos derechos «es
condición previa para el mismo desarrollo
social y
económico de un
país. Cuando se respeta la dignidad del
hombre, y sus derechos son reconocidos y tutelados, florece
también la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana
puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien
común»[18]. Pero «observando con atención
nuestras sociedades contemporáneas, encontramos numerosas
contradicciones que nos llevan a preguntarnos si verdaderamente la
igual dignidad de todos los seres humanos, proclamada solemnemente hace
70 años, es reconocida, respetada, protegida y promovida en
todas las circunstancias. En el mundo de hoy persisten numerosas formas
de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y
por un modelo económico
basado en las ganancias, que no duda en
explotar, descartar e incluso matar al hombre. Mientras una parte de la
humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad
desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales
ignorados o violados»[19]. ¿Qué dice esto acerca de
la igualdad de derechos fundada en la misma dignidad humana?
23. De modo
semejante, la organización de
las sociedades en todo
el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que
las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos
derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las
decisiones y la realidad gritan otro mensaje. Es un hecho que
«doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de
exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se
encuentran con menores posibilidades de defender sus
derechos»[20].
24.
Reconozcamos igualmente que, «a pesar de que la comunidad internacional ha
adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus
formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este
fenómeno, todavía hay millones de personas —niños,
hombres y mujeres de todas las edades— privados de su libertad y
obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud. […] Hoy
como ayer, en la raíz de la esclavitud
se encuentra una
concepción de la persona humana que admite que pueda ser tratada
como un objeto. […] La persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda
privada de la libertad, mercantilizada,
reducida a ser propiedad de
otro, con la fuerza, el engaño o la constricción
física o psicológica; es tratada como un medio y no como
un fin». Las redes criminales
«utilizan hábilmente
las modernas tecnologías informáticas para embaucar a
jóvenes y niños en todas las partes del mundo»[21].
La aberración no tiene límites cuando se somete a
mujeres, luego forzadas a
abortar. Un acto abominable que llega incluso
al secuestro con el fin de vender sus órganos. Esto convierte a
la trata de personas y a otras formas actuales de esclavitud en un
problema mundial que necesita ser tomado en serio por la humanidad en
su conjunto, porque «como las organizaciones
criminales utilizan
redes globales para lograr sus objetivos, la acción para
derrotar a este fenómeno requiere un esfuerzo conjunto y
también global por parte de los diferentes
agentes que conforman
la sociedad»[22].
Nuestro comentario:
Sigue
describiendo las injusticias de nuestro tiempo. Nos remitimos al
comentario anterior.
La "comunidad internacional" (en realidad, los gobernantes) tiene una
responsabilidad pero,
¿dónde está el poder de oración de la
Iglesia para que Dios conceda la guía espiritual necesaria a los
gobernantes (sin importar de qué signo sean) y que así no
sucedan esas
desgracias? El
pueblo de la Iglesia de Cristo no va rezar
apropiadamente si no es bien
dirigido por la Jerarquía de la Iglesia.
Conflicto y miedo
25. Guerras,
atentados, persecuciones por motivos raciales o
religiosos, y tantas afrentas contra la dignidad humana se juzgan de
diversas maneras según convengan o no a determinados intereses,
fundamentalmente económicos.
Lo que es verdad cuando conviene a
un poderoso deja de serlo
cuando ya no le beneficia. Estas situaciones
de violencia van «multiplicándose dolorosamente en muchas
regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que podría
llamar una “tercera guerra mundial en etapas”»[23].
26. Esto no
llama la atención si advertimos la ausencia de
horizontes que nos congreguen, porque en toda guerra lo que aparece en
ruinas es «el mismo proyecto de fraternidad,
inscrito en la vocación de la familia
humana», por lo que «cualquier situación de
amenaza alimenta la desconfianza y el repliegue»[24]. Así,
nuestro mundo avanza en una dicotomía sin sentido con la
pretensión de «garantizar la estabilidad y la paz en base
a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y
desconfianza»[25].
27.
Paradójicamente, hay miedos ancestrales que no han sido
superados por el desarrollo tecnológico; es más, han
sabido esconderse y potenciarse detrás de nuevas
tecnologías. Aun hoy, detrás de la muralla de la
antigua
ciudad está el abismo, el territorio de lo desconocido, el
desierto. Lo que proceda de allí no es confiable porque no es
conocido, no es familiar, no pertenece a la aldea. Es el territorio de
lo “bárbaro”, del cual hay que defenderse a costa de lo que sea.
Por consiguiente, se crean nuevas barreras para la
autopreservación, de manera que deja de existir el mundo y
únicamente existe “mi” mundo, hasta el punto de que muchos dejan
de ser considerados seres humanos con una dignidad inalienable y pasan
a ser sólo “ellos”. Reaparece «la tentación de
hacer una cultura de muros, de
levantar muros, muros en el
corazón, muros en la tierra para evitar este encuentro con otras
culturas, con otras personas. Y cualquiera que levante un muro,
quien
construya un muro, terminará siendo un esclavo dentro de los
muros que ha construido, sin horizontes. Porque le falta esta
alteridad»[26].
28. La soledad,
los miedos y la inseguridad de tantas personas que se
sienten abandonadas por el sistema,
hacen que se vaya creando un terreno fértil para las mafias.
Porque ellas se afirman presentándose como “protectoras” de los
olvidados, muchas veces a través de diversas ayudas, mientras
persiguen sus intereses criminales.
Hay una pedagogía
típicamente mafiosa que, con una falsa mística
comunitaria, crea lazos de dependencia y de subordinación de los
que es muy difícil liberarse.
Nuestro comentario:
El mayor
problema no
es cuando las personas se sienten abandonadas por "el sistema". El
problema es cuando, por causa de la falta de una correcta
Evangelización, se sienten (equivocadamente) abandonados por Dios.
Un alma verdaderamente unida a Dios puede prevalecer en paz incluso
cuando todo a su alrededor es destrucción. Esa paz es la que se
contagia hacia afuera y es capaz de cambiar el entorno y la sociedad
(es decir, "el sistema"). Esa Paz es la que tienen que enseñar
los
verdaderos evangelizadores, no la paz que proviene de la
política.
Globalización y progreso sin
un rumbo común
29. Con el Gran
Imán Ahmad Al-Tayyeb no ignoramos los avances
positivos que se dieron en la ciencia, la tecnología, la
medicina, la industria y el bienestar, sobre todo en los países
desarrollados. No obstante, «subrayamos que, junto a tales
progresos históricos, grandes y valiosos, se constata un
deterioro de la ética, que condiciona la acción
internacional, y un debilitamiento de
los valores espirituales y del
sentido de responsabilidad. Todo eso contribuye a que se difunda una
sensación general de frustración, de soledad y de
desesperación. […] Nacen focos de tensión y se acumulan
armas y municiones, en una situación mundial dominada por la
incertidumbre, la desilusión y el miedo al futuro y controlada
por intereses económicos
miopes». También
señalamos «las fuertes crisis
políticas, la
injusticia y la falta de una distribución equitativa de los
recursos naturales. […] Con respecto a las crisis que llevan a la
muerte a millones de niños, reducidos ya a esqueletos humanos —a
causa de la pobreza y del hambre—, reina un silencio internacional
inaceptable»[27]. Ante este panorama, si bien nos cautivan muchos
avances, no advertimos un rumbo realmente humano.
30. En el mundo
actual los sentimientos de
pertenencia a una misma
humanidad se debilitan, y el sueño de construir juntos la
justicia y la paz parece una utopía de otras épocas.
Vemos cómo impera una indiferencia cómoda, fría y
globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde
detrás del engaño de una ilusión: creer que
podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma
barca. Este desengaño que deja atrás los grandes valores fraternos lleva «a una
especie
de cinismo. Esta es la tentación que nosotros tenemos delante,
si vamos por este camino de la desilusión o de la
decepción. […] El aislamiento y la cerrazón en uno mismo
o en los propios intereses
jamás son el camino para devolver
esperanza y obrar una renovación, sino que es la
cercanía, la cultura del
encuentro. El aislamiento, no;
cercanía, sí. Cultura
del enfrentamiento, no; cultura
del
encuentro, sí»[28].
31. En este
mundo que corre sin un rumbo
común, se respira una
atmósfera donde «la distancia entre la obsesión por
el propio bienestar y la felicidad compartida de la humanidad se
amplía hasta tal punto que da la impresión de que se
está produciendo un verdadero cisma entre el individuo y la
comunidad humana. […] Porque una cosa es sentirse obligados a vivir
juntos, y otra muy diferente es apreciar la riqueza y la belleza de las
semillas de la vida en común que hay que buscar y cultivar
juntos»[29]. Avanza la tecnología sin pausa, pero
«¡qué bonito sería si al crecimiento de las
innovaciones científicas y tecnológicas correspondiera
también una equidad y una inclusión social cada vez
mayores! ¡Qué bonito sería que a medida que
descubrimos nuevos planetas lejanos, volviéramos a descubrir las
necesidades del hermano o de
la hermana en órbita
alrededor de mí!»[30].
Nuestro comentario:
Por primera
vez, hace UNA mención a la dimensión espiritual de la
situación ("un debilitamiento de los valores espirituales"), lo
cual parece apenas una anécdota en medio de un discurso lleno de
referencias a causas políticas y económicas.
Al contrario de lo que cree Bergoglio, solo Dios
puede traer la verdadera Justicia (y solo la verdadera Justicia
traerá verdadera Paz). El hombre, por sí mismo, no
puede
traer la justicia a la Tierra, así lo ha demostrado durante
siglos y
siglos, ¿por qué iba a funcionar ahora? Éste es un
líder religioso que quiere
construir una hermandad universal sin apelar al poder sobrenatural de
Dios, apelando en su lugar a la buena voluntad de los hombres.
Las pandemias y otros flagelos de la
historia
32. Es verdad
que una tragedia global como la pandemia de Covid-19
despertó durante un tiempo la consciencia
de ser una comunidad
mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno
perjudica a
todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es
posible salvarse juntos. Por eso dije que «la tempestad
desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y
superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras
agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. […] Con la
tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los
que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer
aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa
bendita pertenencia común de la que no podemos ni queremos
evadirnos; esa pertenencia de hermanos»[31].
33. El mundo
avanzaba de manera implacable hacia una economía
que, utilizando los avances tecnológicos, procuraba reducir los
“costos humanos”, y algunos pretendían hacernos creer que
bastaba la libertad de mercado
para que todo estuviera asegurado. Pero
el golpe duro e inesperado de esta pandemia fuera de control
obligó por la fuerza a volver a pensar en los seres humanos, en
todos, más que en el beneficio de algunos. Hoy podemos reconocer
que «nos hemos alimentado con sueños de esplendor y
grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y
soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de
la fraternidad. Hemos buscado
el resultado rápido y seguro y nos vemos abrumados por la
impaciencia y la ansiedad. Presos de la virtualidad hemos perdido el
gusto y el sabor de la realidad»[32]. El dolor, la incertidumbre,
el temor y la conciencia de los propios límites que
despertó la pandemia,
hacen resonar el llamado a repensar
nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización
de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia.
34. Si todo
está conectado, es difícil pensar que este
desastre mundial no tenga relación con nuestro modo de enfrentar
la realidad, pretendiendo ser señores absolutos de la propia
vida y de todo lo que existe. No quiero decir que se trata de una
suerte de castigo divino. Tampoco bastaría afirmar que el
daño causado a la naturaleza termina cobrándose nuestros
atropellos. Es la realidad misma que
gime y se rebela. Viene a la mente
el célebre verso del poeta Virgilio que evoca las
lágrimas de las cosas o de la historia[33].
35. Pero
olvidamos rápidamente las lecciones de la historia,
«maestra de vida»[34]. Pasada la crisis sanitaria, la peor
reacción sería la de caer aún más en una
fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación
egoísta. Ojalá que al final ya no estén “los
otros”, sino sólo un “nosotros”. Ojalá no se trate de
otro episodio severo de la historia del que no hayamos sido capaces de
aprender. Ojalá no nos olvidemos de los ancianos que murieron
por falta de respiradores, en parte como resultado de sistemas de salud
desmantelados año tras año. Ojalá que tanto dolor
no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida
y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los
unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros,
todas las manos y todas las voces, más allá de las
fronteras que hemos creado.
36. Si no
logramos recuperar la pasión compartida por una
comunidad de pertenencia y de solidaridad, a la cual destinar tiempo,
esfuerzo y bienes, la ilusión global que nos engaña se
caerá ruinosamente y dejará a muchos a merced de la
náusea y el vacío. Además, no se debería
ignorar ingenuamente que «la obsesión por un estilo de
vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan
sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y
destrucción recíproca»[35]. El “sálvese
quien pueda” se traducirá rápidamente en el “todos contra
todos”, y eso será peor que una pandemia.
Nuestro comentario:
¿Qué
lección
nos está enseñando aquí? ¿Por que habla
tanto y dice tan poco? Lo que
nos ha enseñado la Crisis del
Coronavirus no es una lección de
solidaridad, sino una consolidación del poder de obediencia a
los gobiernos y a los "expertos" oficiales a través de la
cultura
del miedo - una forma de poder muy oportuna para acelerar el
cumplimiento de los planes de
un Nuevo Orden Mundial.
Dios
está por encima de todo y gobierna el Universo. Si Él ha
permitido la
enfermedad y la Crisis del Covid-19 no es un castigo, porque Dios no castiga, pero ciertamente
debe tener un propósito (o
más de uno) al permitirla. La
forma de expresarse dejando a Dios al margen - al decir "es la realidad
misma que
gime y se rebela" y al recurrir como ayuda explicativa al poeta
Virgilio antes que a Dios -,
revela hasta qué punto Bergoglio separa a Dios de la realidad.
Sin dignidad humana en las fronteras
37. Tanto desde
algunos regímenes
políticos populistas
como desde planteamientos
económicos liberales, se sostiene que
hay que evitar a toda costa la llegada de personas migrantes. Al mismo
tiempo se argumenta que conviene limitar la ayuda a los países
pobres, de modo que toquen fondo y decidan tomar medidas de austeridad.
No se advierte que, detrás de estas afirmaciones abstractas
difíciles de sostener, hay muchas vidas que se desgarran. Muchos
escapan de la guerra, de persecuciones, de catástrofes
naturales. Otros, con todo derecho, «buscan oportunidades para
ellos y para sus familias. Sueñan con un futuro mejor y desean
crear las condiciones para que se haga realidad»[36].
38.
Lamentablemente, otros son «atraídos por la cultura
occidental, a veces con expectativas poco realistas que los
exponen a
grandes desilusiones. Traficantes sin escrúpulos, a menudo
vinculados a los cárteles de la droga y de las armas, explotan
la situación de debilidad de los inmigrantes, que a lo largo de
su viaje con demasiada frecuencia experimentan la violencia, la trata
de personas, el abuso psicológico y físico, y
sufrimientos indescriptibles»[37]. Los que emigran «tienen
que separarse de su propio contexto de origen y con frecuencia viven un
desarraigo cultural y
religioso. La fractura también concierne a
las comunidades de origen, que pierden a los elementos más
vigorosos y emprendedores, y a las familias, en particular cuando
emigra uno de los padres o
ambos, dejando a los hijos en el país
de origen»[38]. Por consiguiente, también «hay que
reafirmar el derecho a no emigrar, es decir, a tener las condiciones
para permanecer en la propia tierra»[39].
39. Para colmo
«en algunos países de llegada, los
fenómenos migratorios
suscitan alarma y miedo, a menudo
fomentados y explotados con fines
políticos. Se difunde
así una mentalidad xenófoba, de gente cerrada y replegada
sobre sí misma».[40]. Los migrantes
no son considerados
suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier
otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de
cualquier persona. Por lo tanto, deben ser «protagonistas de su
propio rescate»[41]. Nunca se dirá que no son humanos
pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos,
se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes,
menos humanos. Es inaceptable que los cristianos
compartan esta mentalidad y estas actitudes, haciendo prevalecer a
veces ciertas preferencias
políticas por encima de hondas
convicciones de la propia fe: la
inalienable dignidad de cada persona humana más allá de
su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno.
40. «Las
migraciones constituirán
un elemento determinante
del futuro del mundo»[42]. Pero hoy están afectadas por
una «pérdida de ese “sentido de la responsabilidad fraterna”, sobre el que se basa toda
sociedad civil»[43]. Europa, por ejemplo, corre serios riesgos de
ir por esa senda. Sin embargo, «inspirándose en su gran
patrimonio cultural y
religioso, tiene los instrumentos necesarios para
defender la centralidad de la persona humana y encontrar un justo
equilibrio entre el deber moral de tutelar los derechos de sus
ciudadanos, por una parte, y, por otra, el de garantizar la asistencia
y la acogida de los emigrantes»[44].
41. Comprendo
que ante las personas migrantes
algunos tengan dudas y
sientan temores. Lo entiendo como parte del instinto natural de
autodefensa. Pero también es verdad que una persona y un pueblo
sólo son fecundos si saben integrar creativamente en su interior
la apertura a los otros. Invito a ir más allá de esas
reacciones primarias, porque «el problema es cuando esas dudas y
esos miedos condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el
punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizás,
sin darnos cuenta, incluso racistas. El miedo nos priva así del
deseo y de la capacidad de encuentro con el otro»[45].
Nuestro comentario:
El problema no
es la inmigración. El problema
es la
inmigración masiva y
desordenada. Pasar por alto esa distinción, como hace
Francisco
y otros como él, es totalmente contraproducente.
La
inmigración masiva y apoyada incondicionalmente (es decir, "de
cualquiera manera") fomenta el odio
hacia
los inmigrantes y lleva a la destrucción política,
económica y social de los países anfitriones, que
entonces no pueden cuidar ni de los inmigrantes ni de sus propios
ciudadanos. La caridad es necesaria, pero ejercida
dentro de unos cauces apropiados para que sea eficaz.
La ilusión de la
comunicación
42.
Paradójicamente, mientras se desarrollan actitudes cerradas
e intolerantes que nos clausuran ante los otros, se acortan o
desaparecen las distancias hasta el punto de que deja de existir el
derecho a la intimidad. Todo se
convierte en una especie de
espectáculo que puede ser espiado, vigilado, y la vida se expone
a un control constante. En la comunicación
digital se quiere
mostrar todo y cada individuo se convierte en objeto de miradas que
hurgan, desnudan y divulgan, frecuentemente de manera anónima.
El respeto al otro se hace pedazos y, de esa manera, al mismo tiempo
que lo desplazo, lo ignoro y lo mantengo lejos, sin pudor alguno puedo
invadir su vida hasta el extremo.
43. Por otra
parte, los movimientos digitales de
odio y
destrucción no constituyen —como algunos pretenden hacer
creer—
una forma adecuada de cuidado grupal, sino meras asociaciones contra un
enemigo. En cambio, «los medios de comunicación digitales
pueden exponer al riesgo de dependencia, de aislamiento y de progresiva
pérdida de contacto con la realidad concreta, obstaculizando el
desarrollo de relaciones interpersonales auténticas»[46].
Hacen falta gestos físicos, expresiones del rostro, silencios,
lenguaje corporal, y hasta el perfume, el temblor de las manos, el
rubor, la transpiración, porque todo eso habla y forma parte de
la comunicación humana. Las relaciones
digitales, que eximen del
laborioso cultivo de una amistad,
de una reciprocidad estable, e
incluso de un consenso que madura con el tiempo, tienen apariencia de
sociabilidad. No construyen verdaderamente un “nosotros” sino que
suelen disimular y amplificar el mismo individualismo
que se expresa en
la xenofobia y en el desprecio de los débiles. La
conexión digital no basta para tender puentes, no alcanza para
unir a la humanidad.
Nuestro comentario:
En este primer
capítulo de la Encíclica, Francisco
quiere abarcar con su largo análisis todas las injusticias
sociales y
aspectos de la degradación social. En este caso, los problemas
relacionados con la comunicación digital. Eso está muy
bien. El problema es que a la hora de aportar una solución a
todos estos problemas no la aborda desde la perspectiva de la Fe
Cristiana que dice profesar, con Dios en el centro de todo, sino que su
solución para todo es "la fraternidad".
Agresividad sin pudor
44. Al mismo
tiempo que las personas preservan su aislamiento
consumista y cómodo, eligen una vinculación
constante y
febril. Esto favorece la ebullición de formas insólitas
de agresividad, de insultos, maltratos, descalificaciones, latigazos
verbales hasta destrozar la figura del otro, en un desenfreno que no
podría existir en el contacto cuerpo a cuerpo sin que
termináramos destruyéndonos entre todos. La agresividad
social encuentra en los dispositivos
móviles y ordenadores un
espacio de ampliación sin igual.
45. Ello ha
permitido que las ideologías pierdan todo pudor. Lo
que hasta hace pocos años no podía ser dicho por alguien
sin el riesgo de perder el respeto de todo el mundo, hoy puede ser
expresado con toda crudeza aun por algunas autoridades políticas
y permanecer impune. No cabe ignorar que «en el mundo digital
están en juego ingentes intereses
económicos, capaces de
realizar formas de control tan sutiles como invasivas, creando
mecanismos de manipulación de las conciencias y del proceso
democrático. El funcionamiento de muchas plataformas [digitales]
a menudo
acaba por favorecer el encuentro entre personas que piensan del mismo
modo, obstaculizando la confrontación entre las diferencias.
Estos circuitos cerrados facilitan la difusión de informaciones
y noticias falsas, fomentando prejuicios y odios»[47].
46. Conviene
reconocer que los fanatismos que llevan a destruir a otros
son protagonizados también por personas religiosas, sin excluir
a los cristianos,
que «pueden formar parte de redes de violencia verbal a
través de internet y de
los diversos foros o espacios de
intercambio digital. Aun en medios católicos
se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la
difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda
ética y respeto por la fama ajena»[48]. ¿Qué
se aporta así a la fraternidad
que el Padre
común nos propone?
Nuestro comentario:
En resumen y
sin tantos rodeos: Internet es un
espacio donde la inmediatez y la comunicación
global hace que los comportamientos destructivos tengan un efecto
más rápido y de mayor alcance.
Si la sociedad está
espiritualmente y moralmente enferma por culpa de haber fracasado los
responsables de la
Evangelización, este espacio global (Internet y el mundo
hiperconectado a través de los teléfonos personales) hace
que la enfermedad sea
más visible y con efectos más amplios e inmediatos.
Por primera vez en toda la Encíclica, Dios aparece como el
"Padre común" (pero sin ser el centro de la
argumentación) - una omisión que ya hemos reclamado desde
la Introducción. La estrategia de Bergoglio es evidente: quiere
evitar tanto como sea posible razonamientos teológicos que
involucren a Dios y a la Fe para no perder el público de otras
religiones ni de los agnósticos y ateos (además, no
parece que crea mucho en Dios).
El problema es que ha alejado tanto a Dios de su discurso que sus
oyentes tienen que preguntarse: ¿Para
qué es necesario
creer en Dios o en la Fe Cristiana si el propio líder
católico plantea solucionar los problemas del mundo desde una
perspectiva prácticamente atea?
Información sin
sabiduría
47. La
verdadera sabiduría supone el encuentro con la realidad.
Pero hoy todo se puede producir, disimular, alterar. Esto hace que el
encuentro directo con los límites de la realidad se vuelva
intolerable. Como consecuencia, se opera un mecanismo de
“selección” y se crea el hábito de separar inmediatamente
lo que me gusta de lo que no me gusta, lo atractivo de lo feo. Con la
misma lógica se eligen las personas con las que uno decide
compartir el mundo. Así las personas o situaciones que
herían nuestra sensibilidad o nos provocaban desagrado hoy
sencillamente son eliminadas en las
redes virtuales, construyendo un
círculo virtual que nos aísla del entorno en el que
vivimos.
48. El sentarse
a escuchar a otro, característico de un
encuentro humano, es un paradigma de actitud receptiva, de quien supera
el narcisismo y recibe al otro, le presta atención, lo acoge en
el propio círculo. Pero «el mundo de hoy es en su
mayoría un mundo sordo. […] A veces la velocidad del mundo
moderno, lo frenético nos impide escuchar bien lo que
dice otra
persona. Y cuando está a la mitad de su diálogo, ya lo
interrumpimos y le queremos contestar cuando todavía no
terminó de decir. No hay que perder la capacidad de
escucha». San Francisco de Asís «escuchó la
voz de Dios,
escuchó la voz del pobre, escuchó la voz del enfermo,
escuchó la voz de la naturaleza. Y todo eso lo transforma en un
estilo de vida. Deseo que la semilla de san Francisco crezca en tantos
corazones»[49].
49. Al
desaparecer el silencio y la escucha, convirtiendo todo en
tecleos y mensajes rápidos y ansiosos, se pone en riesgo esta
estructura básica de una sabia comunicación humana. Se
crea un nuevo estilo de vida
donde uno construye lo que quiere tener
delante, excluyendo todo aquello que no se pueda controlar o conocer
superficial e instantáneamente. Esta dinámica, por su
lógica intrínseca, impide la reflexión serena que
podría llevarnos a una sabiduría común.
50. Podemos
buscar juntos la verdad en el diálogo, en la
conversación reposada o en la discusión apasionada. Es un
camino perseverante, hecho también de silencios y de
sufrimientos, capaz de recoger con paciencia la larga experiencia de
las personas y de los pueblos. El
cúmulo abrumador de
información que nos inunda no significa más
sabiduría. La sabiduría no se fabrica con
búsquedas ansiosas por internet,
ni es una sumatoria de
información cuya veracidad no está asegurada. De
ese modo
no se madura en el encuentro con la verdad. Las conversaciones
finalmente sólo giran en torno a los últimos datos, son
meramente horizontales y acumulativas. Pero no se presta una detenida
atención y no se penetra en el corazón de la vida, no se
reconoce lo que es esencial para darle un sentido a la existencia.
Así, la libertad es una ilusión que nos venden y que se
confunde con la libertad de navegar frente a una pantalla. El problema
es que un camino de fraternidad,
local y universal, sólo puede ser recorrido por espíritus
libres y dispuestos a encuentros reales.
Nuestro comentario:
Las sobreabundancia de información y de estímulos impide
que las personas cultiven y mantengan una saludable relación con
Dios. Eso es lo que Bergoglio debería estar diciendo en pocas
palabras en lugar de
sobreabundar con tantas divagaciones.
Mantener una relación constante y saludable con Dios es vital
porque Dios es la fuente del
Amor. El amor fraterno es inspirado por Dios y, sin Su Guía,
cualquier fraternidad que uno quiera formar será como la Torre
de Babel. La auténtica fraternidad no puede ser entendida sin
Dios, por mucho que Francisco insista en mantenerlo al margen.
Sometimientos y autodesprecios
51. Algunos
países exitosos desde el punto
de vista
económico son presentados como modelos culturales para los
países poco desarrollados, en lugar de procurar que cada uno
crezca con su estilo propio, para que desarrolle sus capacidades de
innovar desde los valores de su cultura.
Esta nostalgia superficial y
triste, que lleva a copiar y comprar en lugar de crear, da espacio a
una autoestima nacional muy baja. En los sectores acomodados de muchos
países pobres, y a veces en quienes han logrado salir de la
pobreza, se advierte la incapacidad de aceptar características y
procesos propios, cayendo en un menosprecio de la propia identidad
cultural como si fuera la única causa de los males.
52. Destrozar
la autoestima de alguien es una manera fácil de
dominarlo. Detrás de estas tendencias que buscan homogeneizar el
mundo, afloran intereses de poder
que se benefician del bajo aprecio de
sí, al tiempo que, a través de los medios y de las redes
se intenta crear una nueva cultura
al servicio de los más
poderosos. Esto es aprovechado por el ventajismo de la
especulación financiera
y la expoliación, donde los
pobres son los que siempre pierden. Por otra parte, ignorar la cultura
de un pueblo hace que muchos líderes
políticos no logren
implementar un proyecto eficiente que pueda ser libremente asumido y
sostenido en el tiempo.
53. Se olvida
que «no existe peor alienación que
experimentar que no se tienen raíces, que no se pertenece a
nadie. Una tierra será fecunda, un pueblo dará fruto, y
podrá engendrar el día de mañana sólo en la
medida que genere relaciones de pertenencia entre sus miembros, que
cree lazos de integración entre las generaciones y las distintas
comunidades que la conforman; y también en la medida que rompa
los círculos que aturden los sentidos alejándonos cada
vez más los unos de los otros»[50].
Nuestro comentario:
¿Qué nos quiere enseñar Francisco? Este pesado
recorrido suyo a lo largo del primer capítulo de la
Encíclica, lleno de tantas
palabras innecesarias y divagaciones, no nos está
enriqueciendo con conocimientos nuevos sobre las injusticias del mundo
actual. Son cosas que ya sabemos. Y tampoco nos está aportando
un análisis teológico que pudiera iluminarnos.
Lo que sí nos está queriendo vender es
su perspectiva sobre cuáles cree él que son las causas de
la injusticia y cuál la solución: esencialmente, nos dice
que
son causas políticas, económicas y culturales, no
espirituales, y que
la solución para todos estos problemas es su Fraternidad
Universal.
Esperanza
54. A pesar de
estas sombras densas que no conviene ignorar, en las
próximas páginas quiero hacerme eco de tantos caminos de
esperanza. Porque Dios
sigue derramando en la humanidad semillas de bien. La reciente pandemia
nos permitió rescatar y valorizar a tantos compañeros y
compañeras de viaje que, en el miedo, reaccionaron donando la
propia vida. Fuimos capaces de reconocer cómo nuestras vidas
están tejidas y sostenidas por personas comunes que, sin lugar a
dudas, escribieron los acontecimientos decisivos de nuestra historia
compartida: médicos, enfermeros y enfermeras,
farmacéuticos, empleados de los supermercados, personal de
limpieza, cuidadores, transportistas, hombres y mujeres que trabajan
para proporcionar servicios esenciales y seguridad, voluntarios,
sacerdotes, religiosas… comprendieron que nadie se salva solo[51].
55. Invito a la
esperanza, que «nos habla de una realidad que
está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente
de las circunstancias concretas y los condicionamientos
históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una
aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un
querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el
espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la
belleza, la justicia y el amor. […] La esperanza es audaz, sabe mirar
más allá de la comodidad personal, de las pequeñas
seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a
grandes ideales que hacen la vida más bella y digna»[52].
Caminemos en esperanza.
Nuestro comentario:
¿Esperanza? ¿Sencillamente esperanza? ¿No
debería decir esperanza en Dios?
¿Está hablando un líder cristiano o un ateo?
La cuestión es muy sencilla: Sin Dios el hombre es peor que un
animal y está abocado a la autodestrucción. Sin Dios no hay
esperanza. La fraternidad de la nueva Torre de Babel no nos
salvará. Dios nos
salvará.
PARTE 2 y siguientes de esta
Reproducción Comentada de la Encíclica:
NOTAS (por
The M+G+R Foundation)
(1) Fuente original y
oficial: Texto
de la Carta Encíclica "Fratelli Tutti" en Español en el
sitio del Vaticano
(2) Notas
sobre el formato:
* Nuestros comentarios (The M+G+R Foundation) son los destacados en
letra itálica y color azul.
* Hemos destacado en negrita
las palabras clave relacionadas con "fraternidad", "hermanos", "padre",
"unión mundial", "globalismo", "economía", "cultura" y
similares, así como también algunas palabras clave que
ayudan a reconocer rápidamente la temática de los
distintos párrafos y secciones.
* Y en color rosa
las apariciones de las palabras "Dios", "Fe", "Jesús",
"Evangelio", "cristiano", "católico" y similares.
* Los números entre corchetes como [35] proceden del original y
se corresponden con citas que el lector puede encontrar al pie del
documento original del Vaticano.
In English: Encyclical Letter
"Fratelli Tutti" - Francis' new humanist religion
Fecha oficial de
publicación de la Encíclica por el Vaticano: 3 de Octubre
de 2020
Publicación de esta
Reproducción Comentada de la Encíclica: 10 de Marzo de
2021
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